viernes, 26 de agosto de 2011

Una verdadera prueba de amor


Hace algún tiempo me pidieron que escribiera un ensayo de que era la Biblia para mí, y llegue a esta conclusión...
"Es solo un libro más, eso era lo que pensaba antes de conocer a Dios. Nací y crecí en un hogar católico en el que me formaron con valores y principios. Incluso estudié en un colegio católico, pero jamás me había interesado si quiera en abrir la Biblia. Sabía que la Biblia era la palabra de Dios, ¿Cómo lo sabía? pues era la que me habían dicho en el colegio, también sabía que habían 10 mandamientos en ella, que tenía que cumplir, porque era lo que Dios quería. Pero ¿Quién era ese Dios para que me dijera lo que tenía que hacer o dejar de hacer? si lo único que sabía de Él era que me había creado, y esto también porque me lo habían dicho. 
Entonces empecé a vivir como se me daba la gana, haciendo lo que quería, sin importarme las consecuencias. En mi camino encontré buenos amigos y otros que yo pensaba que eran buenos amigos, y resultaron siendo los peores. Pero en ese entonces yo me sentía bien por estar rodeada de esas personas, pero a pesar de tener esos amigos y de tener todo lo que quería, sentía que había algo que me hacía falta....
Fue hasta los 14 años que por medio de una amiga empecé a ir a una iglesia evangélica. Al principio me sentía fuera de lugar, pero me gustó porque era algo a lo que yo no estaba acostumbrada. Todo era nuevo y diferente, no era la misma monotonía a la que estaba acostumbrada a seguir, así que seguí yendo. Al poco tiempo compre mi primera Biblia.  Como nunca antes había tenido una Biblia, empecé a revisarla, y poco a poco fui encontrando textos que impactaron y marcaron mi vida. Uno de los textos que encontré y uno de los que más me impacto es Eclesiastés 3, que lleva por título "Todo tiene su tiempo"; Cuando leí esto ya tenía 15 años y me llamó la atención el hecho de que como joven tenía que tener presente de que todo lo que hiciera en el futuro, iba a tener su debido tiempo, y que las decisiones que tomara, fueran buenas o fueran malas iban a tener sus consecuencias más adelante; No había pasado mucho tiempo, cuando empecé a llevarme con las personas equivocadas de nuevo, personas que me hicieron olvidar por un momento todas las cosas que yo había descubierto a través de la Biblia, y empecé a vivir otra vez como quería, con la diferencia que ahora si ya sabía que lo que estaba haciendo no le agradaba a Dios, pero no me importó. ¿Tenía remordimiento? Sí, pero no quería dejar de hacer las cosas que me gustaban.
Así pasaron 5 años más, ya ni siquiera iba a la iglesia, porque me sentía hipócrita al estar ahí, y pocas veces abría la Biblia, pero entonces volví a sentir que me faltaba algo, aunque en esta ocasión ya sabía que era: Dios.
Durante todo este tiempo siempre tuve presente Eclesiastés 3, y sabía que yo no estaba siguiendo eso, pues nada de lo que hacía era en su momento. Empecé a sentirme mal conmigo misma, pero más que todo con Dios; comencé a leer la Biblia de nuevo y muchos de los versículos que encontraba estaban relacionados a la situación a la que estaba pasando, entonces entendí que no era casualidad, sino que era Dios hablándome a través de su palabra. Al descubrir esto me arrepentí de haberme alejado de Dios y de la manera en la que había llevado mi vida. Al poco tiempo empecé a ir a una nueva iglesia, y ahí encontré a mi segunda familia, el amor que Dios puso en ellos, para mí, hizo que me quedara y me ayudó a empezar a dejar mi pasado atrás, pero aún me sentía culpable por todo lo que había hecho, y me preguntaba una y otra vez si de verdad Dios podría perdonarme. Entonces encontré esto: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no esta en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" 1 Juan 1: 8-9. Así que me di cuenta que no importaba todo lo que hubiera hecho, si realmente me arrepentía Dios me iba a perdonar. 
Pero a pesar de saber esto y de tener a mi nueva familia (la cual me hacia las cosas más fáciles) dejar muchos de mis viejos amigos, mi novio, y la vida a la que estaba acostumbrada, me estaba costando. Aunque sabía que no me convenía estar con ellos, los quería y separarme de ellos me dolía, y entonces me acordé de uno de los versículos que había encontrado años atrás, que dice: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" Romanos 8:28. Muchos pueden pensar que dejar amigos (o personas que amamos) atrás, es algo exagerado, pero cuando me di cuenta que Dios tiene un plan para mi vida, un plan perfecto, dejar todo eso se hace más fácil, y a mi se me hizo mucho más fácil cuando entendí que ese plan no se podía llevar acabo si yo no dejaba todo eso en el pasado. 
Y así fue, llegar a conocer el amor de Dios, el único amor que es sufrido, que es benigno, que no tiene envidia, que no es jactancioso, que no se envanece, que no hace nada indebido, que no busca lo suyo, que no se irrita, que no guarda rencor, que no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad, que todo lo sufre, que todo lo cree, que todo lo soporta y que nunca deja de ser, me hizo no buscar amor en nada, ni en nadie más. 
Al final no se trata de que religión seamos, sino de la relación que construyamos con Dios, haciendo lo que le agrada y dejando lo que le desagrada, y todo eso lo podemos encontrar dentro su palabra.
No es que sea una experta en las cosas que dice la Biblia, ni si quiera he terminado de leerla aún, pero a medida que la voy leyendo, voy descubriendo cosas nuevas; cosas que me sorprenden y me confirman cuán grande es el amor de ese Dios que al principio pensaba que solo quería que hiciera lo que Él decía, mas no sabía que ese mismo Dios me había dejado una verdadera prueba de amor, al dejarme un manual de vida, un manual en el que me pudiera guiar para que Él llevara a cabo su plan perfecto.
"Porque yo se los pensamientos que tengo acerca de vosotros dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis" Jeremías 29:11.
Entonces me di cuenta que no es solo un libro más".

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